Habita en el hombre
un destino de sombras
que palpitan en la sangre,
allí donde la libertad
muere en el cautiverio
de la noche.
Hambruna y soledad
atenaza la memoria.
Aúlla el zorro
entre las piedras
donde se esconde la víbora,
la filu.
En el aguardiente
las sombras danzan
al ritmo del cultrún
del pasado.
En el aguardiente
la pena encuentra
un nidal de olvidos.